viernes

escupitajos


escupitajos que van cayendo en preciosa mecánica circular, pero con un detalle que resulta indispensable mencionar: el sujeto colocado en el mayor puesto, nunca recibe su correspondiente castigo. he aquí el agujero negro de la miseria económica que corroe los albores de la tierra de montes, ríos, mares contaminados y extrañas selvas pobladas de enanos con barbas reflejadas en intensos caminos de lodo que se tragan acaso los finos zapatos que, al menos en términos de ideas del vendedor, son ideales para andares arriesgados, para la penetración en los inesperados charcos que nunca habrá de esperar un hombre de negocios, aquel que se sorprende si apenas su suela lustrada se topa con el rebote de una baldosa, que al estar floja y entrando en equilibrio con su peso, respondió con un salpicón certero en el centro de su rodilla. recordando viejas aventuras de marihuana, su viaje ha terminado hace tiempo: nada entre el lodo de una epifanía que no concretó jamás, en la que continúa creyendo aunque las líneas trazadas con desgano por su economista le hayan develado, en cada uno de sus puntos tan poéticamente correspondientes entre sí, que en el mundo no hay otra miseria que la monetaria, que no hay otra ganancia que la perdida, que los hombres pobres son el regalo más perfecto que ha concebido dios para los hombres pecadores





pensar la palabra y complacerla en concreta relación con el mundo que se jacta de representar, es lamer las partes púdicas de viejos hombres arrugados, con las corbatas fantásticamente ajustadas y una mano manchada de tabaco en el bolsillo manchado de pastillas para dormir durante ocho horas seguidas, sin posiblidad alguna de despertar ante la noche manchada por el ladrido de un perro, afilados los dientes, la mirada furtiva hacia un sujeto que lo punza, sólo visible a sus sentidos maquiavélicos. comprar el boleto hacia un pueblo alejado, de no más de cien habitantes de no menos de sesenta años cada uno, o uno cada dos: si lo seguro está temblando, rebosante de ternura entre los dedos, calumniando sin saberlo las bellezas trabajadas - son ellos mismos, belleza en leve movimiento -, si el sabor de las cortinas incineradas recuerda al hundido recuerdo de un amor ultrajado a gradísimos bajo cero, migrañas en continuo estallido mental se ocuparán de mecer las ideas en cuchetas arrinconadas. mandarán a sus amos a morir a la hoguera:



montes, turbios ríos asesinos, llanuras eternas y perturbadoras, el cantar de un pájaro aún sin especie, plantas burlándose de la estática del cemento y un clamor eterno entre los árboles: nada de lo que aquí se nombra, es lo que se nombra. no puede pronunciarse ya lo que se quiso, ha muerto un dios entre las olas de este océano turquesa, que transparenta generoso las blancas rodillas de un niño.



4 comentarios:

  1. "me escupí el zapato"

    me encantó. felicito te.

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  2. que bueno, flog! gracias, igual solo saco las fotos; los textos son de doña paula marina, es un blog bicéfalo!!!

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  3. me di cuenta,pero este texto parece escrito por vos :) y me remitió a tu frase...cuantas veces te habras escupido el zapato, chico torpe.
    Como habras visto,también estoy con un proyecto bicéfalo de fotografía, con pablo.
    que corra el agua...
    te quiero.

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  4. http://www.flickr.com/photos/introspectare/5811079784/in/photostream :)

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