
resurgí, ahora soy mis dos caras
está posando en mi mano mi rostro desvalido
mientras sobre el cuello, altiva, la segura se erige
escupe al mundo lagartijas de acero
que se pudren sobre el asfalto y luego
se encarnan a la tierra,
maté mis yoés sin piedad de mí,
quedamos sólo imágenes proyectadas
sobre cada cielo negro en todo punto del planeta,
somos los rostros reveladores y farsantes
que claman sus verdades con las bocas torcidas.
ya no debo temerle a la muerte prometida
que acecha mis huesos a cada paso del tiempo:
no soy alma ni cuerpo ni deseo ni soy
sólo el contorno de mi rostro tan trazado
sólo el fulgor de mis ojos cuando la luz se cierne sobre el bosque:
las miradas que quieran mirarán sus rostros
ya la de mi mano, torcida
como la que sostiene mi cuello con gesto reverente
y los desnudarán si quieren de sus antiguos estigmas
para dejar a pleno fuego la eterna carne de las imágenes.
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