martes

renacimiento


resurgí, ahora soy mis dos caras

está posando en mi mano mi rostro desvalido

mientras sobre el cuello, altiva, la segura se erige

escupe al mundo lagartijas de acero

que se pudren sobre el asfalto y luego

se encarnan a la tierra,

maté mis yoés sin piedad de mí,

quedamos sólo imágenes proyectadas

sobre cada cielo negro en todo punto del planeta,

somos los rostros reveladores y farsantes

que claman sus verdades con las bocas torcidas.

ya no debo temerle a la muerte prometida

que acecha mis huesos a cada paso del tiempo:

no soy alma ni cuerpo ni deseo ni soy

sólo el contorno de mi rostro tan trazado

sólo el fulgor de mis ojos cuando la luz se cierne sobre el bosque:

las miradas que quieran mirarán sus rostros

ya la de mi mano, torcida

como la que sostiene mi cuello con gesto reverente

y los desnudarán si quieren de sus antiguos estigmas

para dejar a pleno fuego la eterna carne de las imágenes.

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